Jueves 14 de junio
Título original: "La Grande Guerra" (1959)
Dirigida por Mario Monicelli; con Alberto Sordi, Vittorio Gassman, Silvana Mangano. (137 min.)
“La Gran Guerra” de Monicelli nació de una sinopsis de Luciano Vincenzoni titulada “Dos héroes”, que más tarde Age y Scarpelli, junto con Monicelli, convirtieron en guión cinematográfico. Vicenzone se había basado en el cuento “Les Amis” (1883) de Guy de Maupassant, donde la acción está ambientada en el conflicto franco-prusiano. A diferencia del relato, la película de Monicelli amplia el universo de personajes a toda una tropa compuesta de campesinos, delincuentes, obreros y parias de la vida. Al frente de todos ellos encontramos a Vittorio Gassman y Alberto Sordi como auténticos protagonistas de un film coral, un verdadero fresco de la vida de la trinchera. Estos dos personajes serán el hilo conductor de ese retrato de la vida cotidiana de los soldados italianos en el frente. Dos pillos cobardes que entre lo satírico/trágico intentan escapar continuamente del peligro.
"La gran guerra" de Monicelli sorprende no tanto por su planteamiento inicial como por su desarrollo, que muestra un crescendo dramático considerable. Existe en el guión una magnífica alternancia entre la comedia y el drama. De manera inteligente, los guionistas cortan los momentos cómicos, a veces de forma seca, con el anuncio de la tragedia; y las situaciones dramáticas se aligeran con la ironía y toque cómicos. La mayor parte de las veces la risa surge del más absoluto drama. No es un humor burdo y una risa fácil, sino un humor inteligente y de doble sentido. No hay frase que sea fruto de la casualidad: son frases muy estudiadas y llenas de significados. Quizás fueron esos diálogos y situaciones, los que no gustaban a la censura, que como en todas partes intentan cortar lo más significativo de la historia.
En una primera parte, cuando los dos protagonistas se conocen, y más adelante -cuando se nos muestra la vida de cuartel, los "hermanos de armas" y las primeras impresiones del frente -el espectador piensa que va a asistir a una entretenida sátira bélica a la italiana, llena de peripecias y ocurrencias desmitificadoras y burlescas. La aparición de Silvana Mangano, en una de las mejores escenas del filme, refuerza esta impresión, que sin embargo, no ha de permanecer mucho tiempo. No hay una transición brusca al drama, lo que ocurre es más bien que éste va haciendo su aparición con cuentagotas; el hambre de los soldados, la incomprensión que sienten acerca de los motivos de la guerra, el recuerdo de los seres queridos a los que se manda dinero o se escribe con "manos prestadas"... todo ello va creando una sensación de desasosiego sin que el humor desaparezca. Seguidamente se nos muestra la lucha, la muerte, la fatalidad tragicómica que culmina la historia; así, el último plano y el último diálogo condensan el alma de la película a la perfección. Una película profundamente antibélica sin caer en discursos panfletarios sino recurriendo al absurdo -recurso muy coherente cuando de guerra se habla- y a la sutil valoración de los detalles reveladores del horror y las miserias de la guerra.
La película destaca también por sus apartados técnicos, mostrando la pericia del director en la narración visual de la historia, ya sea en lo concerniente a las peripecias de los protagonistas, o en el trasfondo bélico general. En este último sentido, destacan algunas secuencias de batallas, magníficamente realizadas, y que hasta la fecha no tenían equivalente en el cine italiano. Hay que señalar también algún momento brillante en el que las imágenes transmiten máxima emoción sin necesidad de palabras, como el desfile de los soldados por el pueblo que les aclama. Los actores brillan, como no podía ser de otra forma dada su calidad, en especial un Alberto Sordi que da rienda suelta a su talento cómico. Muy destacables también todos los secundarios, de gran importancia en una película que tiene batantes momentos corales.
Precisamente uno de los hechos históricos menos tratados en la literatura y en el cine italianos fue todo lo ocurrido en La I Guerra Mundial; mientras en el resto de Europa y en Estados Unidos surgían documentales o libros de memorias sobre el conflicto bélico, en Italia reinaba el silencio. El motivo era muy simple: existía el convencimiento de que los seiscientos mil muertos de la Gran Guerra se podrían y habrían debido evitar; y cuando se supo que el excelente director Mario Monicelli preparaba el film “La Gran Guerra”, se inició una campaña total contra la película. Monicelli para conseguir su objetivo, no solo tuvo que luchar contra los medios y contra la censura, sino que además tuvo que defender el final de la misma, frente a las imposiciones del propio productor Dino de Laurentiis.
Ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia y nominada al Oscar a la Mejor Película en Idioma Extranjero.
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