Jueves 3 de mayo
Título original: "L'armée Des Ombres" (1969)
Dirección: Jean-Pierre Melville
Intérpretes: Lino Ventura, Paul Meurisse, Simone Signoret, Jean-Pierre Cassel, Claude Mann, Paul Crauchet, Serge Reggiani, Christian Barbier y otros.
Guión: Jean Pierre Melville, Joseph Kessel, basado en su novela homónima.
Fotografía: Pierre Lhomme y Walter Wottitz.
Música: Eric De Marsan
Producción: Jacques Dorfmann
País: Francia
Duración: 140 minutos
Aclamado drama sobre la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Basada en la novela de Joseph Kessel, la película comienza en octubre de 1942 y nos presenta algunos meses en las vidas de los militantes en torno a Phillippe Gerbier, un tranquilo ingeniero civil que es uno de los verdaderos líderes de la resistencia. Philippe Gerbier (Lino Ventura) es jefe de uno de los grupos de la resistencia en París, contra la ocupación nazi, es capturado pero tras un ardid logra escapar y se une a otro grupo que desarrolla sus acciones en Marsella, el delator es descubierto y se procede a su ejecución, la narración ofrece una visión del coraje y los miedos de estos grupos que tan importantes fueron durante la segunda gran guerra.
Estamos ante una de esas películas duras, ásperas, directas, pero por encima de todo imprescindibles. Melville nos regala un fresco de la resistencia francesa plagado de situaciones, con multitud de detalles, tantos que en un principio nos pueden pasar desapercibidos en un primer visionado.
Un clásico del cine europeo en el que Jean-Pierre Melville da una magistral clase de cine al trasladar la novela de Joseph Kessel a la gran pantalla. También se trata, sin lugar a dudas, del más memorable homenaje a los héroes de la Resistencia Francesa jamás filmado. Lejos de sacralizar las gestas de los hombres y mujeres que lucharon contra el gobierno de Vichy y la Gestapo, la película de Melville capta los claroscuros de unos personajes que, con aciertos y errores, se dejan la piel en una lucha solitaria y por la que pocos apuestan. Dificultades morales, económicas y militares que se narran a tres voces, desde la omnisciencia del director hasta dos de los personajes principales, Philippe Gerbier (Lino Ventura) y Jean François Jardie (Jean-Pierre Cassel). Apuntes de estilo y riesgo en una obra que va más allá del docudrama o del epistolario bélico. Puro cine negro es lo que contiene la cinta, con dos maneras de sentir la acción: la de la espera, pausada, agónica, y la de la confrontación o la huída, veloz, trepidante. Siempre desde la contención interpretativa, la frialdad de la imagen y al son de una partitura, la primera de Éric Demarsan, imposible de olvidar.
El ejército de las sombras ofrece por partida doble cine de alta calidad: por un lado la obra más redonda del gran director que murió tempranamente con sólo 56 años, y al mismo tiempo una mirada adulta, conmovedora, pero al mismo tiempo dura, dolorosa, de episodios históricos, documentados, en los que el propio director participó cuando era joven y rabiosamente revolucionario frente a la feroz tiranía nazi. En este sentido El ejército de las sombras es una creación minuciosa, lenta, preciosista, en la que la valentía de sus protagonistas se permite la exhibición de sus debilidades, sus temores, sus traiciones, y a veces su crueldad, mostrado todo con la caligrafía admirable de un creador pero también con el dolor sin ambages de quien ha sufrido en su propia piel la persecución, el arrojo y el implacable dominio del odio a la hora de perseguir y ajusticiar a los traidores en tiempos feroces. Nada de héroes en manos de milagrosas aventuras: siempre hombres con altos y bajos, valentía y temores, ingenio y torpezas en un entorno de lo más especial, ya que personajes y situaciones se basan en hechos reales. Con pocos efectos especiales, Melville construye un relato de pesadilla, en el que la única seguridad es la muerte. Pudiésemos hablar de los protagonistas como héroes, pero, ¿puede es verdaderamente un héroe aquél que trata cada día con frialdad el morir o matar? Los soldados de este ejército de sombras se mueven en la absoluta incertidumbre, entre el ahora o nunca, el suicidarse o en el ser fusilado...
Los actores no pudieron ser mejor elegidos. Todos componen creaciones inolvidables. La película se ve con gran interés y deja un sabor amargo, un cierto dolor que invita a debates y reflexiones profundas en torno al coraje que se necesita para ser coherente con lo que se piensa, tanto en tiempos comunes y corrientes como en los difíciles tiempos que narra esta historia. Si todo el reparto es sobresaliente, quiero destacar con especial emoción la admirable participación del italiano muerto en París, Serge Reggiani: breves minutos en los que personaje y actor logran una simbiosis que pone la piel de gallina. Pero por supuesto, Lino Ventura y Simone Signoret se llevan la palma en un elenco en que todos parecen esforzarse más que de costumbre, como si fueran conscientes de que participan en un testimonio histórico de manos de un genio del cine.
Además de la historia, otro punto fuerte de la película es su ambientación. La lluvia, la niebla, los paisajes boscosos y los húmedos calabozos le dan a la película un aire gélido y lúgubre. También la música se merece la atención, ya que ayuda a construir una envolvente atmósfera melancólica.
En definitiva, nos encontramos de una verdadera obra maestra del cine creada por un genio en estado de gracia. Un film imprescindible.
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