
Título original: "Akmareul Boattda"; título internacional: "I Saw The Devil" (2010)
Dirección: Kim Ji-woon
Intérpretes: Lee Byung-hun, Choi Min-sik,

Guión: Park Hoon-jung
Fotografía: Lee Mo-gae Música: Mowg
Producción: Kim Hyun Woo Peppermint & Company / Syz Entertainment
País: Corea del Sur
Duración: 144 min.
"Magistral y salvaje" (Luis Martínez: Diario El Mundo)
Se trata de una película sobre venganza. Una mujer es brutalmente descuartizada por un asesino serial,


Una fría noche invernal, en medio de una tormenta de nieve, una mujer llamada Joo-yeon (Oh San-sa), hija de un jefe de policía retirado, espera sentada dentro de su coche a que llegue la grúa a socorrerla.



Al día siguiente, unos niños que están jugando en los suburbios encuentran restos humanos. Al enterarse Dae-hoon de que ha perdido lo que más quería en el mundo, promete vengarse sin piedad del asesino.


Si bien queda claro que se trata de una película sangrienta y de violencia extrema, no recomendable para personas impresionables,

Una hermosa fotografía contrasta radicalmente con escenas a media luz en las que suceden sangrientos asesinatos o violentas peleas. El trabajo de cámara es excepcional;

Kim Jee-woon ha conseguido un reparto escepcional: Choi Min-sik en el papel de un asesino psicópata despiadado

Min-Sik Choi se supera a sí mismo transformándose en uno de los asesinos seriales más retorcidos e inolvidables de la historia del cine, saltando de la calma total a la furia maniática más demencial,

El personaje de Lee es pulcro, estoico y mucho menos expresivo, pero deja traslucir fortísimas emociones a través de su mirada.

Ambos logran memorables actuaciones. Por su parte, todo el reparto que acompaña a Lee y Choi también hace un trabajo excelente. La bellísima banda de sonido, a cargo de Mowg, añade un dramatismo extra a las imágenes y acompaña soberbiamente cada momento del film.

Merece una mención aparte el enfermizo muestrario de asesinos psicópatas pervertidos y depravados con antecedentes penales que se encuentran en libertad, en un país donde parece no existir la cadena perpetua, disparando sobre la sociedad una ruleta rusa donde cualquiera puede ser la próxima víctima.

En resumen, una gran dirección, una fina fotografía, brillantes interpretaciones, una dosis humor negro e ironía, una música exquisita y un ritmo frenético, desesperado, convierten a este film en una auténtica obra maestra que deja a "El Silencio de los Inocentes" a la altura de una película infantil.

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