Viernes 30 de septiembre
Título original: "Akmareul Boattda"; título internacional: "I Saw The Devil" (2010)
Dirección: Kim Ji-woon
Intérpretes: Lee Byung-hun, Choi Min-sik, Jeon Kuk-hwan, Oh San-ha, Kim Yun-seo, Choi Moo-sung, Kim In-seo
Guión: Park Hoon-jung
Fotografía: Lee Mo-gae Música: Mowg
Producción: Kim Hyun Woo Peppermint & Company / Syz Entertainment
País: Corea del Sur
Duración: 144 min.
"Magistral y salvaje" (Luis Martínez: Diario El Mundo)
Se trata de una película sobre venganza. Una mujer es brutalmente descuartizada por un asesino serial, y su prometido decide hacer justicia por mano propia, lo cual en este caso toma la forma de una venganza tan implacable y tortuosa como jamás se ha visto en el cine. El film es una experiencia cruda que jamás podría haberse rodado en los Estados Unidos. Es el tipo de thriller hard-boiled de venganza que sólo puede hacer un coreano; intransigente, lleno de sorpresas, shockeante e inolvidable.
Una fría noche invernal, en medio de una tormenta de nieve, una mujer llamada Joo-yeon (Oh San-sa), hija de un jefe de policía retirado, espera sentada dentro de su coche a que llegue la grúa a socorrerla. Mientras espera, habla por teléfono con su novio, Dae-hoon (Lee Byung-hun), un agente especial que en ese momento se encuentra trabajando. De pronto, aparece el conductor de una combi escolar y comienza a insistirle con cambiarle la rueda él mismo. Ante la negativa de ella, el hombre -Kyung-chul (Choi Min-sik), un tristemente célebre asesino serial- rompe el parabrisas con un martillo y ataca salvajemente a Joo-yeon. Cuando ella se despierta, desnuda y ensangrentada, metida en una bolsa de plástico, le suplica al psicópata misericordia y le dice que está embarazada, pero como todo psicópata, le importa un rábano; la sigue torturando y la corta en pedacitos hasta matarla.
Al día siguiente, unos niños que están jugando en los suburbios encuentran restos humanos. Al enterarse Dae-hoon de que ha perdido lo que más quería en el mundo, promete vengarse sin piedad del asesino. Lo original del film es que el "héroe" descubre y encuentra al asesino a los 15 minutos de empezado, comenzando ahí su original venganza, que a la vez tendrá sus vueltas de tuerca y cambios de roles. Se inicia de repente un trepidante juego del gato y el ratón sin concesiones, con un ritmo endiablado, en más de dos horas de autentica ira de nuestro protagonista. Así comienza este intenso e impactante film que no da respiro ni por segundo al espectador.
Si bien queda claro que se trata de una película sangrienta y de violencia extrema, no recomendable para personas impresionables, vale la pena aclarar que ni una gota de sangre está de más en este vertiginoso y estremecedor thriller.
Una hermosa fotografía contrasta radicalmente con escenas a media luz en las que suceden sangrientos asesinatos o violentas peleas. El trabajo de cámara es excepcional; a menudo el espectador se encuentra con primerísimos planos de Byung-hun Lee y Mik-sik Choi, y sus expresiones hablan más que mil palabras.
Kim Jee-woon ha conseguido un reparto escepcional: Choi Min-sik en el papel de un asesino psicópata despiadado cuya necesidad de matar y causar sufrimiento es similar al hambre o la sed, y Lee Byung-Hun, en el papel de vengador cegado por el dolor y la ira.
Min-Sik Choi se supera a sí mismo transformándose en uno de los asesinos seriales más retorcidos e inolvidables de la historia del cine, saltando de la calma total a la furia maniática más demencial, pero siendo siempre totalmente convincente en su locura sedienta de sangre. Un asesino sumamente sádico, incapaz de sentir miedo ni dolor ni remordimiento y que se cree invulnerable.
El personaje de Lee es pulcro, estoico y mucho menos expresivo, pero deja traslucir fortísimas emociones a través de su mirada. Interpreta de una manera impresionante a un agente secreto que a pesar del inmenso dolor emocional que lo acompaña hasta el final, logra actuar de una manera bastante metódica, como si no pudiese hacer el duelo hasta haber terminado su venganza.
Ambos logran memorables actuaciones. Por su parte, todo el reparto que acompaña a Lee y Choi también hace un trabajo excelente. La bellísima banda de sonido, a cargo de Mowg, añade un dramatismo extra a las imágenes y acompaña soberbiamente cada momento del film.
Merece una mención aparte el enfermizo muestrario de asesinos psicópatas pervertidos y depravados con antecedentes penales que se encuentran en libertad, en un país donde parece no existir la cadena perpetua, disparando sobre la sociedad una ruleta rusa donde cualquiera puede ser la próxima víctima.
En resumen, una gran dirección, una fina fotografía, brillantes interpretaciones, una dosis humor negro e ironía, una música exquisita y un ritmo frenético, desesperado, convierten a este film en una auténtica obra maestra que deja a "El Silencio de los Inocentes" a la altura de una película infantil.
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