PROGRAMACIÓN AÑO 2014
Agosto de 2014: Dedicado al thriller policial francés

Mentes Perversas

Jueves 24 de octubre

Título original: "Voici le temps des assassins..." (1956)

Dirección: Julien Duvivier
Intérpretes: Jean Gabin, Danièle Delorme, Robert Arnoux, Liliane Bert, Gérard Blain, Lucienne Bogaert, Germaine Kerjean, Gabrielle Fontan.
Guión: Julien Duvivier, Charles Dorat, Pierre-Aristide Bréal (Historia: Julien Duvivier, Charles Dorat, Maurice Bessy)
Fotografía: Armand Thirard (B y N)
Música: Jean Wiener
Producción: Compagnie Industrielle et Commerciale Cinématographique (CICC) / Société Nouvelle Pathé Cinéma / Les Films Agiman
País: Francia
Duración: 113 min.

Catherine –una ingenua carita de ángel de veinte años– llega a París con una sola maleta y un dato: el nombre de André Chatelin, renombrado chef, dueño de un restaurante en Les Halles, y ex marido de su madre más de dos décadas atrás. La joven acaba de quedar huérfana y Chatelin, para disgusto de su propia madre, la acoge en su casa. Paulatinamente, las primeras y cándidas apariencias dejan paso a certezas bastante más macabras. En el contexto del cine francés industrial de la época, Duvivier desconcertó con este puñado de personajes femeninos tremendamente amorales, sórdidos y derrumbados. (FILMAFFINITY)

Julien Duvivier, el maestro del cine noir francés se supera a sí mismo y realiza esta obra maestra, que deja atrás todos los trabajos anteriores alcanzando la cumbre de su carrera. Ayudado por su espléndido reparto, Duvivier nos atrapa desde el principio hasta el final de este film pleno de intriga, maldad, suspenso y un ritmo sin cuartel. Esta gema es la prueba definitiva de que el cine francés no estaba para nada moribundo a finales de los cincuenta. Por lo contrario, casi nos atreveríamos a decir que la llamada "Nouvelle Vague" ha sido un paso atrás.

Y nuevamente tenemos al gran Jean Gabin, el gigante del cine francés, encarnando maravilosamente a André Chatelin, un prestigioso chef propietario de un distinguido restaurante en Les Halles de París, lugar donde ahora se encuentra el Forum Des Halls.


"- ¿Tiene Coca-Cola en su Carta?
- No, señora. Esto es un restaurante, no una farmacia."


El papel de Chatelin fue escrito expresamente para Jean Gabin. Un personaje fuerte y desbordante de realismo que le queda como un guante, en el cual los guionistas no dejaron pasar la oportunidad de divertirse un poco a costa de unos turistas americanos -que están bastante lejos de ser gourmets- en el restaurante de Chatelin.


"Es el tiempo de los asesinos.
La hora de la soga y la traición.
La hora sin piedad ni compasión
por las vidas de los hombres..."


(De la banda de sonido, "La Complainte des Assassins";
con letra de Julien Duvivier y música de Jean Wiener;
interpretada por Germaine Montero)


El título original del filme, que podría traducirse como "Es el tiempo de los asesinos", hace referencia y es la última frase de un poema de Rimbaud, "Matinée d'ivresse" (la mañana de la intoxicación) ("Les Illuminations", 1873-1875).

Y es que, a excepción de Chatelin, su cuasi hijo adoptivo Gérard Delacroix (interpretado por Gérard Blain, a quien Duvivier encontró en la barra de un bar parisino y pensó que físicamente podría encajar perfectamente en este personaje) y algunos empleados y clientes, casi todos los demás personajes de esta película -especialmente los femeninos- son mala semilla, o, en el mejor de los casos, no son ningún dechado de virtudes.

Catherine, el personaje de Danielle Delorme, es una de las arpías más perversas y retorcidas que se han visto en la pantalla grande; es la perversidad personificada. Delorme está soberbia como paradigma de una femme fatale manipuladora con cara de mosquita muerta e instinto criminal. Una psicópata despiadada capaz de hilar una sarta interminable de mentiras sin pestañear.

El personaje de Germaine Kerjean, la madre de André Chatelin, si bien no es ninguna criminal, es una mujer de carácter bastante fuerte. No sólo se había puesto en contra del anterior matrimonio de su hijo, sino que aún continúa manejando su vida como si fuera un niño, siempre con la intención de protegerlo. Además sabe manejar el látigo con maestría (en una escena se la ve matando pollos a latigazos en su guinguette) y no está dispuesta a tolerar a Catherine, en quien no confía ni un milisegundo ¡y para colmo es la hija de la ex-mujer de su hijo! -cuando André le presenta a Catherine y le pregunta qué le parece, ella le contesta que le da escalofríos.

Por último, Gabrielle, el personaje de Lucienne Bogaert, es el más sórdido, desagradable y siniestro que se haya visto en el cine hasta entonces. Totalmente arruinada y deformada en un rictus de desesperación por el alcohol y las drogas; desquiciada, avara y demandante, es la decadencia personificada, en el peor de los sentidos. Asquerosamente manipuladora, es pavorosa la manera en que se regodea planificando un asesinato.

Para no desentonar, el personaje de Gabrielle Fontan (el ama de llaves de Chatelin) es una solterona fisgona que no soporta a Catherine, y merodea por la casa llevando y trayendo chismes sobre la advenediza.

El resto del elenco es igualmente fabuloso. En un papel secundario corto pero clave, vemos a Robert Manuel (quien un año antes habría sido uno de los coprotagonistas de "Rififí" de Jules Dassin interpretando al italiano Mario Ferrati), dando vida aquí a Mario Bonnacorsi, un alegre putañero de buenas intenciones y rasgos gardelianos que una noche por casualidad recala en el restaurant.

La excelente fotografía en blanco y negro y las locaciones o platós representan perfectamente la cultura popular parisina; desde el viejo mercado de Les Halles (una sitio hoy desaparecido del centro de París y trasladado a las afueras, pero que en su momento supo ser el corazón de la ciudad), o la típica guinguette (ya hemos hablado de las guinguettes en "La Belle Équipe"; aquí la madre de Chatelin vive en una que está situada en Lagny-sur-Marne), hasta lo más sórdido, como el Hôtel du Charolais, donde vivía Gabrielle.

Una auténtica exquisitez para gourmets del buen cine, altamente recomendable.


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