PROGRAMACIÓN AÑO 2014
Agosto de 2014: Dedicado al thriller policial francés

Carnet de Baile

Jueves 10 de octubre

Título Original: "Un Carnet de Bal" (1937)

Dirección: Julien Duvivier.
Intérpretes: Marie Bell, Françoise Rosay, Louis Jouvet, Fernandel, Harry Baur, Pierre Blanchar, Raimu, Pierre Richard-Willm.
Guión: Julien Duvivier, Henri Jeanson, Yves Mirande, Jean Sarment, Pierre Wolff, Bernard Zimmer.
Fotografía: Philippe Agostini, Michel Kelber, Pierre Levent.
Música: Maurice Jaubert
Producción: Jean-Pierre Frogerais País: Francia Duración: 144 min.



Tras quedarse viuda, Christine Sugere (Marie Bell) encuentra su viejo carnet de baile y comienza a recordar a todos los hombres que alguna vez bailaron con ella en su juventud, dudando si su vida hubiera sido más afortunada de haberse casado con alguno de ellos, y decide contactarlos para saber qué ha sido de sus vidas.

Un film lleno de nostalgia por el tiempo pasado, desencanto y otros sentimientos que son retratados de una manera cruda, despiadada y a la vez poética, sin concesiones de ningún tipo.

Maravillosamente actuada por un inigualable casting de actores, magníficamente acompañados por la música de Maurice Jaubert y magistralmente dirigidos por uno de los directores más pesimistas y oscuros, y a la vez más brillantes, del cine francés anterior a la Nouvelle Vague.

Una obra maestra.

Ganadora del premio a la Mejor Película Extranjera en el Festival de Venecia, el premio del National Board of Review (Consejo Nacional de Crítica de Cine de los Estados Unidos) como película extranjera más importante, y el premio del Kinema Junpo Awards (Japón) a la Mejor Película en idioma Extranjero.

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Pépé le Moko

Jueves 17 de octubre

Título original: "Pépé le Moko" (1937)

Dirección: Julien Duvivier
Intérpretes: Jean Gabin, Mireille Balin, Gabriel Gabrio, Lucas Gridoux, Fernand Charpin, Gilbert Gil, Line Noro, Saturnin Fabre, Marcel Dalio, Charles Granval, Gaston Modot, René Bergeron, Paul Escoffier, Roger Legris, Jean Témerson
Guión: Henri La Barthe, Jacques Constant, Julien Duvivier, Henri Jeanson (Novela: Henri La Barthe)
Fotografía: Marc Fossard, Jules Kruger (B y N)
Música: Vincent Scotto, Mohamed Ygerbuchen
Producción: Pathé Cinéma
País: Francia
Duración: 94 min.


El genial escritor y novelista Graham Greene, que solía ser bastante ácido cuando hacía críticas cinematográficas, escribió que esta película era "Uno de los films más apasionantes y conmovedores que recuerdo haber visto" y que "Eleva el thriller al nivel de poesía". Según un documental de la BBC, le sirvió de inspiración para su aclamada novela "The Third Man".

El famoso gángster Pépé le Moko (Jean Gabin en una icónica interpretación) es un hombre buscado: las mujeres lo quieren, los rivales desean destruirlo, y la justicia le está pisando los talones. En la laberíntica y sórdida Casbah de Argel, donde se esconde y maneja el mundillo del hampa, Pépé está a salvo de caer en las garras de la policía, pero después de dos años allí comienza a extrañar su libertad y sobre todo París. Un día Pépé conoce a Gaby Gould (Mireille Balin), una bella turista parisina, y descubre que su corazón aún está en París, a la vez que el inspector argelino Silmane (Lucas Gridoux), sin apuro y con una paciencia interminable, trata de usarla para atraer a Pépé fuera de los confines de la Casbah para así poder atraparlo.
Uno de los más influyentes films del siglo 20 y un hito del realismo poético francés.


En el más importante film de gángsters de todos los tiempos, Duvivier lleva a la pantalla grande una emocionante historia de amor, pasión, lealtad y traición.
Para entender realmente a Humphrey Bogart, Edward Robinson, Robert Mitchum y Al Pacino, primero hay que descubrir a Jean Gabin, el gángster más arquetípico del cine.

Un magnífico film noir, tal vez uno de los mejores, filmado décadas antes de que los franceses inventaran este término que define determinado género de películas americanas que luego los franceses -como Melville, Becker y otros- desarrollarían con estilo propio.

Pero más que una historia de gángsters, es una historia de nostalgia, de una infinita nostalgia.
Hay una conmovedora escena que no puede dejar a nadie indiferente, en la cual una ex cantante de mediana edad (Frehel) pone una de una de sus viejas grabaciones en un gramófono y canta a coro con su voz que se mantiene intacta, aunque su imagen ya no se parece en nada a lo que era en su añorada juventud. Mientras se le caen las lágrimas, ella canta una canción sobre París recordando un glorioso pasado que quedó para siempre en su memoria.
En otra escena, Pépé se enamora de Gaby mientras recuerdan diferentes sitios de París, y finalmente ambos coinciden en la Place Blanche, el lugar favorito de ambos,
donde él siente que pertenece -y no a la Casbah, donde Pépé está seguro, pero no puede olvidar el sonido del Metro en París. Cuando Pépé quiere expresarle su amor a ella, le dice que ella le recuerda al Metro de París.
En uno de los más desesperantes finales de la historia del cine, Duvivier pone al descubierto la supremacía del corazón, incluso el corazón de un criminal.

Julien Duvivier es uno de los mejores directores de cine franceses de todos los tiempos. Fue un pionero y un innovador que dejó un valiosísimo legado en la historia del cine. Fácilmente podemos encontrar la influencia de "Pépé le Moko" en diversos films como "The Third Man", "Odd Man Out", "Casablanca", "The Time Of Your Life", "To Have And Have Not", "The Wages of Fear", -e incluso "Pepe le Pew".

Gabin adquirió una notable popularidad con su encarnación de héroes románticos y de origen humilde en filmes como "La Bandera" (1935) y "La Belle Équipe" (1936), ambas dirigidas por Duvivier, y "Los Bajos Fondos" (1936), de Jean Renoir. "Pépé le Moko" (1937), también de Duvivier, fue sin ninguna duda su primer gran éxito internacional. En ella Gabin interpreta al personaje del título, un elegante ladrón que se esconde de la policía en la Casbah de Argel, y vive una trágica historia de amor con una mujer de París. Pépé le Moko obtuvo un éxito sin precedentes en la historia del cine francés. Jean Gabin personifica a un Pépé que es a la vez un hombre divertido, un criminal, un amante, un fugitivo, y un actor fabuloso que se expresa con total convicción. Gabin es uno de los mejores actores que ha dado el cine francés, y Pépé es una de sus mejores creaciones para la pantalla.

Si bien el guión es bastante simple, aquí es la atmósfera lo que vale, y la colorida variedad de caracteres que rodean al protagonista. Con la espléndida fotografía e iluminación de Marc Fossark y Jules Kruger, Duvivier capta la esencia y el misterio de Argel y la Casbah, internándose y explorando la diversidad cultural de los habitantes de la Casbah y su paisaje arquitectónico a principios del siglo XX.


"A vista de pájaro, el barrio de Argel que se llama la Casbah, profundo como un bosque, y hormigueante como un hormiguero, es una extensa escalera en la que cada terraza es un camino que desciende hacia el mar. Entre estos caminos, callejuelas tortuosas y sombrías, callejuelas en forma de atalayas de vigilancia, callejuelas que se cruzan, coinciden, se entrelazan, se desentrelazan en un desbarajuste de laberintos. Unas estrechas, otras abombadas como bodegas. Por todos los lados, en todos los sentidos, escaleras, subidas bruscas como escalas, pendientes hacia pozos oscuros y apestosos, porches que exudan, obscuros, invadidos por los gusanos... y por la humedad.
Los cafés, sombríos, están llenos a toda hora. Silenciosos callejones con nombres raros... 'Calle de la Impotencia', 'Calle de la Ciudad de Soum Soum', 'Calle del Hotel de la Miel' 'Calle del Hombre de la Perla'.
Viven cuarenta mil donde solo deberían ser diez mil. Cuarenta mil venidos desde todas partes, los de antes de la conquista, los de pasado berberisco, y sus descendientes honestos, tradicionalistas, y para nosotros, misteriosos. Cabileños, Chinos, Gitanos, Heimatlos, Eslavos, Malteses, Negros, Sicilianos, Españoles, y chicas de todos los países, formas y medidas. Altas, gordas, pequeñas, sin edad, sin forma, abismos de grasa donde nadie se atreve a arriesgarse...
Casas con patios interiores, aislados como células sin límites máximos y sonoros como pozos, que se comunican entre ellas por las terrazas que los dominan. Terrazas que son del dominio exclusivo de las mujeres del lugar. Pero los europeos los toleran. Forman una ciudad aparte, de escalón en escalón, descendiendo así hasta el mar. Colorida, dinámica, múltiple, ruidosa, no hay una Casbah; hay cientos. Miles."





"Pépé le Moko" fue hecha de nuevo en 1938 con el nombre de "Algiers" con muy pobres resultados (el protagonista fue Charles Boyer). Su productor Walter Wanger intentó comprar y destruir todas las copias del film original de Duvivier, a la vez que compró los derechos para mantenerla fuera de las pantallas, con la finalidad de que sólo quedara disponible su remake, pero afortunadamente los planes le salieron mal, gracias a lo cual aún podemos disfrutar esta inolvidable obra maestra de todos los tiempos.


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Mentes Perversas

Jueves 24 de octubre

Título original: "Voici le temps des assassins..." (1956)

Dirección: Julien Duvivier
Intérpretes: Jean Gabin, Danièle Delorme, Robert Arnoux, Liliane Bert, Gérard Blain, Lucienne Bogaert, Germaine Kerjean, Gabrielle Fontan.
Guión: Julien Duvivier, Charles Dorat, Pierre-Aristide Bréal (Historia: Julien Duvivier, Charles Dorat, Maurice Bessy)
Fotografía: Armand Thirard (B y N)
Música: Jean Wiener
Producción: Compagnie Industrielle et Commerciale Cinématographique (CICC) / Société Nouvelle Pathé Cinéma / Les Films Agiman
País: Francia
Duración: 113 min.

Catherine –una ingenua carita de ángel de veinte años– llega a París con una sola maleta y un dato: el nombre de André Chatelin, renombrado chef, dueño de un restaurante en Les Halles, y ex marido de su madre más de dos décadas atrás. La joven acaba de quedar huérfana y Chatelin, para disgusto de su propia madre, la acoge en su casa. Paulatinamente, las primeras y cándidas apariencias dejan paso a certezas bastante más macabras. En el contexto del cine francés industrial de la época, Duvivier desconcertó con este puñado de personajes femeninos tremendamente amorales, sórdidos y derrumbados. (FILMAFFINITY)

Julien Duvivier, el maestro del cine noir francés se supera a sí mismo y realiza esta obra maestra, que deja atrás todos los trabajos anteriores alcanzando la cumbre de su carrera. Ayudado por su espléndido reparto, Duvivier nos atrapa desde el principio hasta el final de este film pleno de intriga, maldad, suspenso y un ritmo sin cuartel. Esta gema es la prueba definitiva de que el cine francés no estaba para nada moribundo a finales de los cincuenta. Por lo contrario, casi nos atreveríamos a decir que la llamada "Nouvelle Vague" ha sido un paso atrás.

Y nuevamente tenemos al gran Jean Gabin, el gigante del cine francés, encarnando maravilosamente a André Chatelin, un prestigioso chef propietario de un distinguido restaurante en Les Halles de París, lugar donde ahora se encuentra el Forum Des Halls.


"- ¿Tiene Coca-Cola en su Carta?
- No, señora. Esto es un restaurante, no una farmacia."


El papel de Chatelin fue escrito expresamente para Jean Gabin. Un personaje fuerte y desbordante de realismo que le queda como un guante, en el cual los guionistas no dejaron pasar la oportunidad de divertirse un poco a costa de unos turistas americanos -que están bastante lejos de ser gourmets- en el restaurante de Chatelin.


"Es el tiempo de los asesinos.
La hora de la soga y la traición.
La hora sin piedad ni compasión
por las vidas de los hombres..."


(De la banda de sonido, "La Complainte des Assassins";
con letra de Julien Duvivier y música de Jean Wiener;
interpretada por Germaine Montero)


El título original del filme, que podría traducirse como "Es el tiempo de los asesinos", hace referencia y es la última frase de un poema de Rimbaud, "Matinée d'ivresse" (la mañana de la intoxicación) ("Les Illuminations", 1873-1875).

Y es que, a excepción de Chatelin, su cuasi hijo adoptivo Gérard Delacroix (interpretado por Gérard Blain, a quien Duvivier encontró en la barra de un bar parisino y pensó que físicamente podría encajar perfectamente en este personaje) y algunos empleados y clientes, casi todos los demás personajes de esta película -especialmente los femeninos- son mala semilla, o, en el mejor de los casos, no son ningún dechado de virtudes.

Catherine, el personaje de Danielle Delorme, es una de las arpías más perversas y retorcidas que se han visto en la pantalla grande; es la perversidad personificada. Delorme está soberbia como paradigma de una femme fatale manipuladora con cara de mosquita muerta e instinto criminal. Una psicópata despiadada capaz de hilar una sarta interminable de mentiras sin pestañear.

El personaje de Germaine Kerjean, la madre de André Chatelin, si bien no es ninguna criminal, es una mujer de carácter bastante fuerte. No sólo se había puesto en contra del anterior matrimonio de su hijo, sino que aún continúa manejando su vida como si fuera un niño, siempre con la intención de protegerlo. Además sabe manejar el látigo con maestría (en una escena se la ve matando pollos a latigazos en su guinguette) y no está dispuesta a tolerar a Catherine, en quien no confía ni un milisegundo ¡y para colmo es la hija de la ex-mujer de su hijo! -cuando André le presenta a Catherine y le pregunta qué le parece, ella le contesta que le da escalofríos.

Por último, Gabrielle, el personaje de Lucienne Bogaert, es el más sórdido, desagradable y siniestro que se haya visto en el cine hasta entonces. Totalmente arruinada y deformada en un rictus de desesperación por el alcohol y las drogas; desquiciada, avara y demandante, es la decadencia personificada, en el peor de los sentidos. Asquerosamente manipuladora, es pavorosa la manera en que se regodea planificando un asesinato.

Para no desentonar, el personaje de Gabrielle Fontan (el ama de llaves de Chatelin) es una solterona fisgona que no soporta a Catherine, y merodea por la casa llevando y trayendo chismes sobre la advenediza.

El resto del elenco es igualmente fabuloso. En un papel secundario corto pero clave, vemos a Robert Manuel (quien un año antes habría sido uno de los coprotagonistas de "Rififí" de Jules Dassin interpretando al italiano Mario Ferrati), dando vida aquí a Mario Bonnacorsi, un alegre putañero de buenas intenciones y rasgos gardelianos que una noche por casualidad recala en el restaurant.

La excelente fotografía en blanco y negro y las locaciones o platós representan perfectamente la cultura popular parisina; desde el viejo mercado de Les Halles (una sitio hoy desaparecido del centro de París y trasladado a las afueras, pero que en su momento supo ser el corazón de la ciudad), o la típica guinguette (ya hemos hablado de las guinguettes en "La Belle Équipe"; aquí la madre de Chatelin vive en una que está situada en Lagny-sur-Marne), hasta lo más sórdido, como el Hôtel du Charolais, donde vivía Gabrielle.

Una auténtica exquisitez para gourmets del buen cine, altamente recomendable.


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