PROGRAMACIÓN AÑO 2014
Agosto de 2014: Dedicado al thriller policial francés

El Silencio del Mar

Jueves 8 de agosto

Título Original: "Le silence de la Mer" (1949)

Dirección: Jean-Pierre Melville
Intérpretes: Howard Vernon, Nicole Stéphane, Jean-Marie Robain, Ami Aaröe.
Guión: Jean-Pierre Melville, en base a una historia de Vercors
Fotografía: Henri Decaë
Música: Edgar Bischoff
Producción: Jean-Pierre Melville
País: Francia
Duración: 88 min.

"El Silencio del Mar" es el primer largometraje dirigido por Jean-Pierre Melville. La historia tiene lugar en 1941 y narra la historia de un francés (Jean-Marie Robain) y su sobrina (Nicole Stéphane) que, habiendo sido obligados a hospedar en su casa al teniente Werner von Ebrennac (Howard Vernon) durante la ocupación alemana de Francia, demuestran su resistencia ignorando su presencia y rehusándose a dirigirle la palabra. Pero mantener el silencio se vuelve cada vez más difícil a medida que el oficial les habla respetuosamente y les revela sus dudas sobre la guerra y su propia misión.

Jean-Pierre Melville basó su película en el libro homónimo de Jean Bruller (bajo el seudómino de Vercors) y la filmó con un bajísimo presupuesto en la casa del propio escritor en las afueras de París, poco después de que Melville fuera desmovilizado de la Resistencia francesa, y actuando él solo como productor, guionista, director y montador, como si se tratase de un film amateur.
Junto con "Léon Morin, Prêtre" y "L'armée des Ombres", este es uno de los varios films en los cuales homenajea a la Resistencia.

Sublime debut de quien se convertiría en uno de los directores más influyentes y admirados por sus pares y a la vez uno de los más olvidados por la crítica.

Ver escena del comienzo:

El Samurai

Jueves 15 de agosto

Título original: "Le Samouraï" (1967)

Dirección: Jean-Pierre Melville
Intérpretes: Alain Delon, François Périer, Nathalie Delon, Cathy Rosier y Michel Boisrond.
Guión: Jean-Pierre Melville, Georges Pellegrin (basado en la novela "The Ronin" de Joan McLeod).
Fotografía: Henri Decaë
Música: François de Roubaix
Producción: Raymond Borderie, Eugène Lépicier
País: Francia
Duración: 105 min. 

"La historia de un hermético y frío asesino a sueldo protagonizada por toda una estrella como Alain Delon supuso uno de los títulos más importan-tes del cine negro francés de todos los tiempos, obteniendo excelentes críticas." (FILMAFFINITY)

“No existe mayor soledad que la del samurai, salvo tal vez la del tigre en la jungla…” Con esta significati-va cita (inventada por el director) del “Libro Bushido de los Samuráis”, da inicio "Le Samouraï", la mítica obra maestra de Jean Pierre Melville, un film ampliamente imitado pero nunca superado hasta el momento.

Y es que esta película trata sobre la soledad; la soledad de un frío e implacable asesino a sueldo, Jeff Costello (Alain Delon) al que aparente-mente le han tendido una trampa y debe huir no sólo de la policía sino también de quienes lo han contratado.

La visión de París según Melville se filtra a través de su amor por el cine negro estadouni-dense: clubes de jazz con cantantes negras, calles oscuras, deshabitadas y lluviosas.

La soberbia interpreta-ción de Delon, la maravillosa dirección y la forma en la que está narrado, con un mínimo de diálogos y un inigualable uso del color (en el que predominan los azules y los grises) han hecho de esta película una obra maestra del cine negro y una película de culto.

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Hasta el Último Aliento

Viernes 22 de agosto

Título original: "Le Deuxième Souffle" (1966)

Dirección: Jean-Pierre Melville
Intérpretes: Lino Ventura, Paul Meurisse, Raymond Pellegrin, Christine Fabréga, Michel Constantin y otros.
Guión: José Giovanni y Jean-Pierre Melville, basados en la novela "Un reglement de comptes" de José Giovanni.
Fotografía: Marcel Combes
Música: Bernard Gérard
Producción: André Labay, Charles Lumbroso
País: Francia
Duración: 150 min.

La película definitiva de Jean-Pierre Melville comienza en movimiento y termina estática, como los demás grandes pilares de la historia del cine negro, luego de una balacera enroscada y sin sobrevivientes.

Y al igual que en aquellas películas acá la cosa en más simple de lo que parece: Un gángster llamado Gustave Manda, más conocido como Gu (interpretado magistralmente por Lino Ventura) escapó de la prisión y anda suelto por Francia. Va a París para unirse con Manouche y sus otros amigos, y se ve envuelto en una matanza entre criminales. Pero antes de dejar el país con Manouche, Gu necesita un trabajo final para conseguir dinero.

La policía (con Paul Meurisse interpretando al inspector Blot) le sigue el rastro, primero recolectando los cuerpos al costado del camino y después cínica y despiadadamente desparramándolos por su cuenta.

La idea del bien y el mal, los códigos, la anarquía, lo oficial y lo ilegal llevado a lo largo de 140 minutos hasta un desenlace tan extremo como vigente cuarenta años más tarde.
Como dijo Primera Plana en el momento de su estreno local: "Nunca se filmó tanta violencia con tanta serenidad de estilo, nunca, tampoco, se contó una tragedia con tanta malicia con una perversidad tan volteriana".

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Círculo Rojo


Jueves 29 de agosto

Título original: "Le Cercle Rouge" (1970)

Dirección: Jean-Pierre Melville
Intérpretes: Alain Delon, Gian Maria Volonté, Yves Montand y André Bourvil.
Guión: Jean-Pierre Melville
Fotografía: Henri Decaë
Música: Éric Demarsan
Producción: Robert Dorfmann
País: Francia
Duración: 140 min. 

“El Círculo Rojo”: una obra maestra del cine negro

Extraordinario filme policiaco de uno de los grandes maestros del género. A pesar de que la historia se atiene a reglas conocidas y desenlaces previsibles, lo hace con un rigor narrativo poco frecuente. Su utilización del elenco es notable y obtiene personajes plenos de convicción.

"El Círculo Rojo" es casi una deconstrucción del género policiaco, de cualquier película de cine negro. Corey (hierático, gélido, duro y desasosegante Alain Delon) es un ladrón que sale de la cárcel después de cumplir cinco años de condena e inmediatamente se topa con la posibilidad de dar un gran golpe final: el robo de la joyería más prestigiosa de París, situada en la mismísima Place Vendôme.La trama sigue, a priori, el esquema clásico de este género: Paralelamente conocemos la historia de Vogel (turbio y seco Gian Maria Volonté ), un asesino que es conducido a la cárcel por el Comisario Mattei (reflexivo y melancólico Bourvil) y del que se escapa de entre sus dedos saltando de un tren en marcha. Ambos delincuentes se encuentran por azar y planean juntos el gran golpe, junto con un ex policía alcohólico y esquizofrénico, Jansen (un atormentado y destruido Yves Montand).

La existencialista decisión de Melville es la contraria a la sabida, a la evidente: no dibujemos héroes, sólo arquetipos que están fijos en su posición inicial. No esbocemos villanos sino roles preestablecidos que giran en círculos. Corey y Vogel se reconocen, como se reconocen el pistolero y el forajido en un western de Sergio Leone: a base de miradas. El encuentro entre ladrón y asesino se salda con una mirada a los ojos que los lleva a un reconocimiento implícito, a una sensación de pertenencia al mismo bando, uno de los dos bandos polarizados en los que se divide la sociedad maniquea que queda trazada. Tal vez los dos personajes más interesantes sean el policía corrupto Jansen, que sólo es capaz de abandonar su infierno a través de la aceptación de su integración en el bando de los delincuentes, y el triste comisario Mattei, que acepta la extorsión y el chantaje a los confidentes con resignación y que basa su trabajo en la minuciosidad y no en el heroismo.

Ese es el punto clave de ese viaje a las entrañas del policiaco por parte del director francés, la desmitificación de sus componentes: el villano no es la reencarnación del mal sino que es el ejecutor de un trabajo bien hecho. Para ello no nos muestra el ingenio del plan maestro que antes de ser llevado a cabo es una obra de arte y en el transcurso del mismo se ve desmontado por los imprevistos. No, el camino es el inverso: no hay plan maestro sino plan meticuloso. No hay imprevistos sino eficacia. Los ladrones son grises funcionarios del delito, nunca encarnaciones majestuosas del mal. Y el policía no es un héroe, no tiene golpes de genio, no hace actos arrojados, valientes y temerarios que terminen con la victoria del bien sobre el mal.

A lo largo del filme Melville propone un montaje extraño, alterando el ritmo interno de la narración con encuadres forzados e imposibles; también es de destacar la originalidad de la música de Eric Demarsan, una partitura que nos conduce de forma casi imperceptible desde el policíaco norteamericano puro hasta un desenlace casi japonés, propio de una película de Akira Kurosawa. Todo esto conforma en manos de Melville una espectacular descomposición de caminos que se creían conocidos y muy transitados.

Actualmente se encuentra en preproducción un innecesario remake que protagonizará Orlando Bloom.

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