PROGRAMACIÓN AÑO 2014
Agosto de 2014: Dedicado al thriller policial francés

Divorcio A La Italliana

Viernes 2 de julio a las 19 hs

Título original: "Divorzio Alla Italiana" (1961)

Dirigida por Pietro Germi; con Marcello Mastroianni, Daniela Rocca, Stefania Sandrelli. (105 min.)

Fernando, doce años casado con Rosalia, se ha enamorado locamente de Angela, su sobrina, una linda joven de dieciséis años. Cuando descubre que Angela le corresponde, su imaginación comienza a trabajar en busca del método más limpio para conseguir el divorcio. Un genial Matroianni enamorado de su prima descubre que, según la legislación italiana, la mejor manera de quitarse de encima a su mujer no es el divorcio… es ¡liquidándola!

Divertidísima película de gran éxito internacional que obtuvo el Oscar al mejor guión original, además de dos nominaciones para Mastroianni y Pietro Germi.
Un gran divertimento que desparrama ingenio, esconde no poca mala leche y se erige, desde su estreno, como una obra clave de la “comedia a la italiana”.

Trama bien narrada y acompañada de un inteligente guión. Nos detalla toda la maquinación que realiza el personaje por eliminar a su pareja. Pero lo hará de una manera fina y sutil, sin ningún indicio de sospechas. La voz del personaje en “off” personificando a su conciencia y narrando como será el desenlace de su esposa, es simplemente magistral. Mención aparte, es la interpretacion de Mastroianni, devorándose toda la película con el papel de un malo que sale ganándose la simpatía del espectador. Filme acoplado con una música que ayuda en darle más fuerza a cada escena intrigante del personaje.

Divorcio a la italiana es sin duda una de esas películas que no ocupan el lugar que realmente se merecen, pues a mi parecer se trata de una de las obras maestras indiscutibles del cine italiano, una comedia con un sentido del humor inteligente y lleno de malicia como nunca se ha visto.

Una de las claves del nivel de esta película es un guión perfecto (premiado justamente con el oscar), que se apoya en una absurda ley de la constitución italiana para crear una trama divertida a la vez que crítica. La narración habitual se entremezcla con las imaginaciones e intenciones del personaje de forma magistral. Y por supuesto, Mastroianni, más recordado por otras películas, pero que consigue aquí su mejor interpretación en el papel del imperturbable y reflexivo barón que planea con detalle como librarse de su esposa.

La acción tiene lugar en Agramonte, pequeña población agrícola de ficción, del Sur de Sicilia, próxima a Catania, en 1959/60, con un epílogo en 1961. Ferdinando “Fefe” Cefalú (Marcello Mastroianni), aristócrata rural, de 37 años, lleva 12 casado con Rosalía (Daniella Rocca), fea y vanidosa. Enamorado de su prima Ángela (Stefania Sandrelli), de 16 años, concibe un plan siniestro para deshacerse de Rosalía y casarse con Ángela.

La película es una comedia dramática con elementos de comedia negra, crítica de costumbres y sátira social. La narración se desarrolla en términos de farsa amarga, iconoclasta y dolorosa. El autor construye el relato con insatisfacción, frustración, irritación y enfado. Las situaciones, las relaciones y los diálogos, divertidos e hilarantes, se basan en un humor de tintes negros, patéticos, sombríos y absurdos. La crítica se focaliza en la inexistencia del divorcio, las disfunciones que crea, los problemas que provoca y los males mayores que genera. Un segundo blanco de crítica es el artículo 587 del Código penal italiano, que establece una importante reducción de penas en los casos de “delito de honor” (asesinato de la mujer cuando el marido la encuentra en flagrante adulterio). La crítica se extiende a la implicación del clero en la política, la propaganda desde el púlpito a favor de un partido, la escasa capacidad de convicción del párroco en su condena de espectáculos pecaminosos, como La Dolce Vita (1960, Federico Fellini), la afluencia masiva de público a la sala en la que se proyecta, el desprestigio social del marido burlado y abandonado por la mujer, la extensión de su infamia a los familiares, la presión y el apoyo social a la venganza sangrienta por honor. Se critica el pomposo machismo italiano, el discurso aparatoso y rimbombante del abogado, los prejuicios sociales. Desacraliza la aristocracia (ociosa y arruinada), el prestigio del médico del pueblo (aficionado al comadreo), el Código penal, la moral pública, el matrimonio, etc.

El filme lanzó al estrellato internacional a Mastroianni. Su título dio nombre a la llamada “comedia a la italiana”, de los años 60. El plano final, rebosante de ironía, indica que la historia no termina ni sigue: vuelve a empezar.
(Fuente: Claqueta.es)

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Un Día My Particular

Viernes 16 a las 19 hs

Título original: "Una Giornata Particolare" (1977)

Dirigida por Ettore Scola; con Sophia Loren, Marcello Mastroianni, John Vernon. (110 min.)

El 6 de mayo de 1938 Benito Mussolini recibe en Roma a su aliado Adolf Hitler con todos los honores, en un acto multitudinario con desfiles militares al que acude la mayor parte de la población.
En ese mismo momento, en Roma, Antonietta (Sofia Loren) conoce por casualidad a un misterioso vecino,
Gabriele (Marcello Mastroianni) y a partir de allí se desarrolla una historia donde dos personajes ignorados viven las únicas horas de libertad de sus amargas y deprimentes vidas
Ella es la típica mujer de la Italia fascista: infeliz, postergada, sometida y reprimida, poco instruída, madre de una típica familia numerosa de clase obrera, que prepara el desayuno y la ropa a sus 6 hijos egoístas y a su marido autoritario (excepcional acierto del casting al elegir al actor norteamericano John Vernon, con una "mascara" muy apropiada para el personaje) para asistir al evento y se queda en su casa bebiendo las sobras y realizando sus tareas de ama de casa. Sabe que sus inquietudes jamás serán tenidas en cuenta, pero no se atreve ni por un momento a cuestionar ese orden de cosas. Sus únicas actividades creativas están relacionadas con su adoración a Mussolini -los recortes de prensa y un retrato hecho con botones- y con su incuestionada creencia en el fascismo.
Él es un hombre atractivo, inteligente, amable y educado, que trabajaba como locutor de radio, pero acababa de ser despedido por ser sospechado de homosexual y estaba a punto de suicidarse cuando súbitamente su vecina lo interrumpe tocando la puerta.
Él la trata tan bien como jamás la habían tratado en su vida, y esto la hace sentir inusualmente feliz, ya que no está acostumbrada a eso.

Él es antifascista porque no puede ser otra cosa ("yo no creo que el inquilino del sexto piso sea antifascista, más bien el fascismo es anti-inquilino del sexto piso", dice en una ocasión). Ella es fascista porque no cree ni concibe que se pueda ser otra cosa, por muy sola, frustrada, maltratada y despreciada que se sienta (aunque ni siquiera sabe lo que lo siente) en un mundo en el que lo viril es lo supremo y lo femenino no debe salir de las paredes del hogar.

Ambos son desgraciados en gran parte por culpa de ese gobierno y de la sociedad machista que lo ha apoyado: él es un homosexual y por tanto un marginal, ella es una ama de casa que debe soportar callada las continuas infidelidades y el maltrato de su marido, llevando una vida patética y gris, donde todo se reduce a limpiar, lavar, planchar, cocinar y tener sexo sólo cuando el marido lo dispone.

La película se centra en la evolución de la relación entre los dos personajes infravalorados a lo largo de esas horas en que se produce el histórico desfile. Todo el escenario en que sucede la historia es el edificio donde viven y donde se encuentran casi solos, salvo por una portera chismosa que intenta husmear y le aconseja a Antonietta alejarse de ese tal Gabriele porque es una mala influencia.
Lo que sucede en las calles no se ve, nos lo cuenta una radio que pone la portera del bloque de edificios donde viven los personajes.

Un Día Muy Particular no es una historia de amor ni sobre la amistad: es una historia de desolación y de desesperanza. Es una historia de soledad y tristeza, que rinde homenaje a algo tan grande como escaso: la libertad. Todo sucede en un sólo día; ambos saben que no volverán a verse, pero jamás lo olvidarán.

Precisamente, la única banda sonora que acompaña a los personajes es la omnipresente radio de la portera hablando sobre el pomposo desfile del Fürer y el Duce, lo cual es un verdadero acierto, pues además de ser la banda sonora más original que pudo haberse utilizado, refuerza la idea de que todo eso sucede en otro lugar, mientras estas dos almas solitarias encuentran un fugaz aunque intenso momento de felicidad pudiendo ser por unas horas ellos mismos.

Además de las sublimes interpretaciones por parte de ambos, la dirección de Ettore Scola es impecable, logrando que la historia transcurra con total naturalidad y sin aburrir. Es de destacar el logro de esa atmósfera asfixiante que llega desde la calle a través de los megáfonos y la radio que transmite el desfile en directo.

El guión de Maurizio Costanzo, Ruggero Maccari y Ettore Scola es otro acierto, con unos diálogos muy bien delineados y equilibrados. La fotografía de Pasqualino De Santis también es magnífica, siempre con una atmósfera seria y gris, como la vida de los protagonistas.

Estrenada en 1977, la película logra transmitir el machismo de la época fascista -con mujeres relegadas a ser las sirvientas del hogar-, donde a los italianos se les pagaba para que tuvieran muchos hijos y los solteros debían pagar un impuesto a la soltería.

"Una Jornada Particular" es una película radical, nada condescendiente con la ceguera del pueblo italiano que apoyaba en masa al facismo y a su Duce, y se enorgullecía de ello. Este es el gran escándalo que causó el largometraje, ya que muestra la falta de resistencia al fascismo y la inmensa estupidez de los italianos que soñaban con delirios imperiales.
A la vez, la película plantea muchas cuestiones al mismo tiempo: guerra, familia, tolerancia, condición de la mujer, fanatismo, homosexualidad, etc. Es muy significativo y genial como se nos presenta a las dos estrellas del film: la glamorosa Loren despeinada, a cara lavada, con un batón raido y pantuflas agujereadas, y el gran amante latino Mastroianni como un sensible y atormentado homosexual.

De esta manera, el director ha logrado una verdadera obra maestra del cine italiano y uno de los mejores retratos de la Italia fascista, sin necesidad de recurrir a ningún tipo de efectos especiales ni escenarios maravillosos. Sólo una historia hondamente humana sostenida por dos interpretes superlativos en estado de gracia, nada menos que la gran pareja cinematográfica de Italia: Sophia y Marcello.


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"L'ordine è la virtù dei mediocri" ("El orden es la virtud de los mediocres")

Todos A Casa

Viernes 23 a las 19 hs.

Título original: "Tutti A Casa" (1960)

Dirigida por Luigi Comencini; con Alberto Sordi, Serge Reggiani, Eduardo De Filippo, Martin Balsam y otros. Producida por Dino De Laurentiis (120 min.)

Ambientado en la II Guerra Mundial, el 8 de Septiembre de 1943 Alberto Innocenzi (Alberto Sordi), se despierta sorprendido y alarmado porque sus antiguos aliados de la Wehrmacht atacaron su base. "¡Algo increíble ha sucedido! ¡Los alemanes se han unido a los Aliados y nos están atacando!" - le dijo a un comando superior cuando al fin pudo comunicarse con alguien por teléfono.
Luego de enterarse por la radio del cambio de bando de Italia y de no poder encontrar ningún superior que le diera órdenes precisas o al menos coherentes sobre cómo actuar, ve que el caos y la confusión se han apoderado de las tropas italianas y que los soldados, ya hartos de la guerra, han decidido volver a sus casas a como diera lugar y sin importar los riesgos.
Finalmente él junto a unos soldados -el ingeniero Ceccarelli (Serge Reggiani), que tiene licencia por enfermedad, y el sargento Fornaciari (Martin Balsam)- emprenden como pueden el largo y difícil regreso como desertores, teniendo que sortear todo tipo de problemas, en medio del descontrol de la Italia de finales de la Segunda Guerra, donde los alemanes, los aliados, los fascistas y los partisanos todavía seguían luchando y el hambre enfrentaba a los mismos civiles por una mísera bolsa de harina.

Excelente película del cine italiano que refleja los momentos posteriores a la rendición del ejército italiano ante los aliados en la II Guerra Mundial. Comencini tiene una sensibilidad casi única para captar sentimientos y gestos más allá de las palabras, y utiliza el caos posterior a la capitulación para desarrollar a partir de allí una interesante tragicomedia que, partiendo de una postura totalmente antiheroica, da lugar a una reflexión algo desencantada sobre la condición humana, con sus miserias, sus pequeños actos de heroísmo y de egoísmo, con sus lealtades -ejemplificadas en la solidaridad entre los soldados y, en todo caso, con los partisanos- y sus ilusiones vanas -ejemplificadas en la escena en la que el padre de Sordi (Eduardo De Filippo) se las ingenia para que su hijo se una al ejército fascista de Mussolini, retratando las ilusiones de grandeza de los ancianos y la desilusión de sus hijos con las ideas de sus padres y, ante todo, con la guerra misma.

Nino Manfredi fue pensado originalmente para el papel finalmente desempeñado por Reggiani, pero al parecer Sordi se opuso a la idea de tener dos estrellas cómicas en la película. No obstante, el resultado es una historia bastante creíble y sin concesiones, con buen ritmo y algunos elementos de road movie.

A pesar de ser galardonada con el David Di Donatello a la mejor producción (Dino de Laurentiis) y la estatuilla de oro en el Festival de Cine de Moscú a la mejor película (Luigi Comencini), es un film injustamente muy poco conocido fuera de Italia.



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Pascualino Siete Bellezas

Viernes 30 de julio a las 19 hs.

Título original: "Pasqualino Settebellezze" (1975)

Dirigida por Lina Wwetmüller; con Giancarlo Giannini, Fernando Rey, Elena Fiore y otros. (115 min.)

Pasqualino, víctima y verdugo en tiempos de odio y sinrazón.

Siempre lúcida y desencantada, la irreverente Lina Wertmüller saldó cuentas con la propia maldad inherente al ser humano realizando una de las aproximaciones más terribles e inteligentes a ese vergonzoso pedazo de historia que fue el nazismo. Lo hizo siguiendo los pasos de Pasqualino (Giannini, en una de las mejores interpretaciones de todos los tiempos), seductor de poca monta y fiel defensor de rancios y caducos valores (nobleza, decoro), los que pretende atribuir a su propia prole: madre y siete hermanas. Así empieza, como descripción en flashback sardónica y pintoresca. Pero en el transcurso de la película esta irá mudando de piel sucesivamente, abriéndose a nuevas (y cada vez más tristes) lecturas.

Lo que en un principio apunta a una farsa burda y tronchante de tintes negros y policíacos (a medio camino entre el western revisitado en clave irónica -el decadente duelo en el prostíbulo- y el más puro Fellini -esas carnales y lujuriosas hermanas), se torna después en drama desolador. Afortunadamente la risa amarga no llega a desaparecer del todo; la comedia sirve como perfecto cauce a través del cual describir al protagonista, patético y tierno a la vez, con sus (escasas) virtudes y sus (muchos) defectos, algo así como la perfecta representación de una Italia fascista encharcada en sus propias ansias de poder y grandeza, a la que la Wertmüller pone en su sitio en un diálogo memorable. Luego todo se tuerce, los ángulos humorísticos se irán matizando conforme avance la peripecia de Pasqualino, hasta desembocar en un tramo final en el que ya se ha sobrepasado la línea y no hay vuelta atrás: cualquier apunte cómico queda fuera de lugar, sólo hay sitio para la lágrima y el dolor.

El talento de Wertmüller no sólo reside en su asombrosa capacidad para aunar comedia y drama, llegando incluso a hacer humor con un hombre ahorcado al fondo del plano (y sin recurrir a zafios sentimentalismos: ¡aprende, Benigni!), sino en crear metáforas perfectas para ilustrar el progresivo deterioro moral al que se expone el ser humano en su último afán por sobrevivir. No hay duda: la película es cristalina y demoledora, terrible en su diagnóstico y durísima en su exposición. Como no podía ser de otra forma, las palabras de Hobbes vuelven a mostrarse verdaderas y el sentimiento que queda es el de la rabia y la impotencia que nos atenazan cuando se impone sin remedio y ante nuestros ojos la locura colectiva más destructiva y terrorífica que se pueda imaginar. No por nada la película comienza con un poema recitado en tono grave, mientras de fondo se suceden imágenes de caos, destrucción, muerte y desolación que preludian el claro devenir de nuestros días, ligados a un futuro opaco y desesperanzador: un futuro en el que la gente se mata por una simple manzana.

Por Nachete, desde Málaga, España.


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