Viernes 10 de septiembre
Título original: "Le Trou" (1960)
Dirigida por Jacques Becker; con Marc Michel, Jean Keraudy, Philippe Leroy, Raymond Meunier, Michel Constantin, André Bervil, Jean-Paul Coquelin, Eddy Rasimi. Basada en un libro de José Giovanni.
Una breve indicación del actor Jean Keraudy -que interpreta a Roland en la película, un personaje que vivió la historia en carne propia- nos indica con extraña cercanía que los hechos que vamos a contemplar son reales y sucedieron en la cárcel francesa de la Santé en 1949. Ese aviso –rodado con una extrañeza basada en la sinceridad- predispone a la implicación del espectador en los hechos que nos va a contar Jacques Becker en el que sería su último film –a raíz de su inesperado fallecimiento tuvo que culminar algunos detalles de postproducción su hijo, el posterior realizador Jean Becker.
Sin duda "Le Trou" -"La Evasión"- constituye un inesperado testamento y la obra maestra del que fuera uno de los más grandes realizadores de la cinematografía gala. Dentro del conjunto de una filmografía caracterizada por su alto nivel y, muy especialmente, su destreza técnica y hondura temática y ética dentro de una trayectoria que se implicó con diversos géneros populares, "Le Trou" supone un auténtico canto a la amistad y la lealtad, para lo que se contó con la base de una novela testimonial de Jose Giovanni cuya historia le era igualmente muy próxima, puesto que participó en una huída finalmente frustrada y su persona está representada en Manu, el personaje que encarna Philippe Leroy. También participó de esta huida Jean Kéraudy, que en la película se representa a sí mismo (el de los dedos cortados).
Tras este aviso, la película se centra en la llegada de Gaspard (Marc Michel) a una celda en la que conviven cuatro reclusos –los ya mencionados Manu y Roland, Géo (Michel Constantin) y Monseigneur (Raimond Meunier). De forma rápida el espectador advertirá que Gaspard tiene unos rasgos bien diferentes al de sus cuatro nuevos compañeros. Se caracteriza por sus modales más aparentemente sensibles, aspecto más cuidado y una mirada temerosa. Sus compañeros son aparentemente más brutos pero muy pronto se revelan de gran nobleza. Tras unos instantes de duda ellos deciden contarle al nuevo compañero el plan que han decidido acometer para huir de la prisión, no sin antes preguntarle por las causas por las que se encuentra encerrado –ha sido acusado por su esposa de haber intentado un homicidio frustrado; en realidad todo se dirime en la infidelidad que le ha provocado con su hermana menor y el substrato de ser un mantenido de su cónyuge.
Cuando el espectador se encuentra un tanto sorprendido por las escasas posibilidades que observa de huir de una cárcel contundentemente vigilada, la película despliega un giro sorprendente y logra –como muy pocas veces en la historia del cine- que el espectador en todo momento sea un personaje más en el proceso que está a punto de lograr la huída –en este caso sería más propio señalar un “reencuentro con la libertad” de estos cinco reclusos.
En esa extensa pero apasionante secuencia en la que Becker logra atrapar al espectador de la forma más noble posible, hay que destacar –algo extensible a toda la película- la impresionante labor de iluminación de Ghislain Cloquet en la que tanto las sombras, las oscuridades y los escasos puntos de luz tienen su máximo exponente en esos largos planos en los que la oscuridad prácticamente engulle a los dos presos exploradores en sus desplazamientos por los húmedos y fríos túneles del castillo.
De forma directa, sin coartadas discursivas y siempre atendiendo a la lógica de la acción, con una extraordinaria capacidad de síntesis, una sobriedad deudora del mejor cine francés y una extraordinaria dirección de actores que atiende a miradas pero también al enorme esfuerzo físico que desarrollan todos ellos , "Le Trou" se distancia de posteriores títulos como el más limitado "La Gran Evasión" (The Great Escape, 1963, John Sturges) y siempre mantiene a ese espectador como un personaje más, que en algunos momentos quisiera implicarse en ese esfuerzo solidario realizado por este grupo de presos.
"Le Trou" es un film de una riqueza inagotable, una obra que por sí sola marca un punto y aparte en la cinematografía francesa. Un lugar de llegada que quizá no tuvo una continuidad por que era difícil llegar a repetir unas cotas como las alcanzadas, en las que la hondura psicológica de todos sus personajes fuera en consonancia a su sobriedad expositiva, y en diametral oposición a los auténticos tours de force cinematográficos que constantemente nos dosifica Becker con la sabiduría de un maestro –uno de ellos es la enorme complejidad con la que se filman los planos a través del diminuto espejo adosado al cepillo de dientes.
En su momento Jean-Pierre Melville comentó que la obra póstuma de Jacques Becker era "el más bello film francés". Tal vez haya sido una afirmación hecha de forma impetuosa y desde el sincero entusiasmo. Sin embargo la compartimos plenamente. Pocos realizadores en el cine tuvieron –en este caso de forma involuntaria- un testamento tan admirable, sentido, directo y al mismo tiempo narrado de forma tan creíble y cercano. Una absoluta obra maestra.
Alejada de todos los clichés, seguramente sea la mejor película jamás filmada dentro del prolífico género de los dramas carcelarios. Maravilloso testamento fílmico de Becker, cuyo desgarrador final queda grabado para siempre en la memoria.
Pauvre Gaspard!
(Fuente: Claqueta.es)
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